Árbol del cielo, ailanto, zumaque falso (cast.); ailant (cat.); ailantoa (eusk.); ailanto, árbore do ceo (gall.); ailanto, ailanto-da-China (port.); tree of heaven, ailanthus (ing.).
Las hojas grandes y los racimos de frutos rojizos hacen de este árbol un hermoso ornamento. Con este fin fue traído a Europa en 1751, donde ha sido muy cultivado por su rápido crecimiento, para sujetar taludes y crear sombra.
A mediados del siglo XIX, el mismo descubridor de las cuevas de Altamira, Marcelino Sáez de Sautuola, escribió una carta a la Sociedad de Aclimatación de Francia en la que comentaba una exitosa plantación de ailantos. Su llegada a las Islas Canarias fue más tardía, ya entrado el siglo XX.
En China se cultiva por sus hojas, que son utilizadas para criar un tipo gusano de seda (Samia cynthia) diferente del gusano de seda común (Bombyx mori).
Flora iberica dice: «En medicina popular oriental se ha utilizado sobre todo la corteza de la raíz y del tallo. Se le atribuyen propiedades diuréticas, antiespasmódicas, astringentes, eméticas, febrífugas, rubefacientes y vermífugas, para tratar, entre otras, la malaria, la disentería, las alteraciones del ritmo cardíaco, el asma, la epilepsia, el cáncer, la gonorrea, los dolores estomacales, etc. También se usa como herbicida e insecticida. Ciertamente, tienen una serie de cuasinoides, entre ellos la ailanthinona —con actividad probada como amebicida, antileucémica, antimalárica, antiplasmodial, antimicótica, antiséptica, fungicida— y la cuasina, con propiedades como las de tónico aperitivo, emético y, sobre todo, insecticida natural. Por su carácter inocuo se ha favorecido su uso en muchos países europeos, donde se comercializa. La ingestión de estas plantas puede causar intoxicaciones de importancia menor, como vómitos y diarreas; por contacto, puede ocasionar dermatitis».
Por otro lado, su madera, que es muy ligera y se tornea bien, no es de buena calidad pero sí adecuada para elaborar pasta de papel.
Las hojas se han utilizado como colorante amarillo para teñir las lanas. En otoño, las hojuelas caen antes que los rabillos, y estos, que llegan a medir hasta 75 cm, son a veces usados por los niños como un látigo de juguete.
Las hojas y las flores, sobre todo las de los ejemplares masculinos, despiden un olor fétido. Por eso, la visita de las abejas a las flores de esta especie provoca un sabor muy desagradable a la miel que producen.
Además, las hojas y la corteza poseen sustancias con ‛efectos alelopáticos’; es decir, dificultan la germinación de otras especies. Esto provoca un desplazamiento de la vegetación natural preexistente o dificulta su regeneración.
Ailanthus deriva de la voz malaya aylanto, con la que se designa a este árbol en las islas Molucas, y significa ‘árbol muy alto’ o ‘árbol de cielo’, que es uno de sus nombres comunes. El epíteto específico altissima significa ‘muy alto’.