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Jacaranda mimosifolia

Jacaranda

Jacaranda, jacarandá, palisandro, tarco (cast.); xicranda (cat.); jacaranda, blue jacaranda, black poui, fern tree (ing.).

No autóctona

«Al este y al oeste / llueve y lloverá / una flor y otra flor celeste / del jacarandá”

‘La canción del jacarandá’, María Elena Walsh

DESCRIPCIÓN

Árbol de porte medio, de 12-15 m de altura y con una copa ancha, a veces aparasolada, que recuerda a las mimosas, especialmente por su follaje plumoso. Tiene un tronco algo encorvado, con una corteza lisa que en los ejemplares viejos se vuelve áspera y muy agrietada. Las hojas son caducas, opuestas y compuestas. Son grandes, de hasta 30-50 cm de longitud, porque además son bipinnadas, así que es fácil confundir las hojas completas con las hojuelas, que son linear-lanceoladas u ovadas, de algo más de 1 cm de longitud, enteras en el margen y acabadas en punta. Sus vistosas flores son también grandes, de unos 3-5 cm de longitud, de aspecto sedoso, color azul violeta y con forma de campana estrecha terminada en 5 lóbulos. Nacen al final de primavera en racimos muy numerosos que suelen aparecer incluso antes que las hojas. Los frutos, que permanecen bastante tiempo en el árbol, recuerdan a unas castañuelas o ‘chácaras’: son cápsulas leñosas, redondeadas, aplastadas lateralmente, de unos 6 cm de diámetro y con los márgenes a veces algo ondulados. En la madurez se abren en dos partes o valvas y liberan gran cantidad de semillas pequeñas, aplanadas, con forma de corazón, de color café y con alas membranosas.

ECOLOGÍA

Árbol de crecimiento relativamente rápido, que resiste tanto fríos transitorios como olas de calor y florece abundantemente si crece en lugares soleados. Es muy utilizado como ornamental, de forma aislada o en grupo. Se adapta perfectamente al clima de Canarias, con sus extremos térmicos ocasionales, donde crece desde el nivel del mar hasta los 1000 m de altitud.

DISTRIBUCIÓN

Es una especie oriunda de Sudamérica (Argentina y Bolivia), donde su estado de conservación es catalogado como ‘vulnerable’, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La jacaranda es además el árbol ornamental por antonomasia de Canarias, pues adorna numerosas ciudades y pueblos del archipiélago. Solo ha sido observado asilvestrado en la isla de Tenerife.

MÁS INFORMACIÓN

La jacaranda domina con su llamativa floración azul violácea las plazas, parques y jardines del archipiélago canario. Su presencia es tan común, que el biólogo Wolfredo Wildpret relata: «Dentro de la flora urbana de Santa Cruz, la jacaranda mimosifolia y su color violeta son los que marcan el principio de la primavera». Y añade: «Hay lugares en Santa Cruz que son característicos por su presencia, pero el mejor bulevar que existe de esta especie está en la calle Méndez Núñez».

Este árbol es también habitual en el paisaje urbano de distintos lugares del mundo. Tanto es así, que la ciudad de Pretoria (Sudáfrica) es conocida popularmente con el nombre de ‘Jacaranda city’ (ciudad de las jacarandas).

Los frutos, conocidos en el Paraguay como ‘caroa’ o ‘kaí jepopete’ por su forma de castañuela, son utilizados en floristería y en artesanía, para confeccionar llaveros, monederos, pendientes o collares.

Su madera, de tono crema y rosado, es algo dura, pesada y resistente, aromática, fácil de trabajar y de buen acabado; por lo que se usa en ebanistería y carpintería, especialmente para realizar laminados, muebles y decoraciones de interiores de coches de lujo.

En cuanto a sus propiedades medicinales, las semillas pulverizadas se han utilizado para curar llagas. Las hojas son astringentes y diuréticas.

Las jacarandas se mencionan con mucha frecuencia en textos literarios. Así, el escritor mexicano Alberto Ruy-Sánchez relata: «La flor de la Jacaranda es una copa sonriente, algo torcida, como un beso que se vuelve mordida». Por su parte, la cantante, actriz y compositora mexicana Sasha Sokol evoca el poder que tienen las jacarandas de ser alfombra y nube a la vez.

Jacaranda es una versión latina moderna del nombre indígena tupí-guaraní, jacarandá; el epíteto mimosifolia se deriva de la semejanza de sus hojas con las de algunas mimosas de los géneros Mimosa (como la común dormilona) o Acacia.