Pino carrasco, pino de Alepo (cast.); pi blanc (cat.); Aleppo pinua (eusk.); piñeiro de Alepo (gall.); Aleppo pine, Jerusalem pine (ing.).
Su madera no es tan apreciada como la de otras especies por su abundante resina, el porte pequeño del árbol y lo tortuoso de su tronco y ramas. No obstante, sí se ha usado para elaborar piezas no muy grandes, cajas de embalaje, traviesas, tableros de aglomerado, pasta de papel, y también para obtener carbón e incluso resina y pez (de menor calidad que otras). Su corteza se ha empleado para curtir pieles.
En las Islas Baleares, Ibiza y Formentera forman el grupo de las Pitiusas, que significa ‘islas de pinos’, pues allí estos árboles son la especie arbórea más abundante y definen el paisaje. En la antigua Grecia los pinos se llamaban pytis, vocablo del que deriva Pitiusas.
Tradicionalmente, el pino carrasco ha sido utilizado en Canarias en repoblaciones forestales del paisaje, ya que, gracias a su resistencia a la sequía, es una especie excelente para frenar la erosión y colonizar terrenos áridos, degradados y pobres. Además, aguanta eficazmente los constantes embates del viento en ciertos enclaves. Su inconveniente es que ni las raíces ni la cepa tienen capacidad de rebrotar tras una tala o un incendio. Ahora bien, sus piñas se abren al ser sometidas a altas temperaturas, por lo que las semillas pueden germinar tras un incendio.
A bastantes kilómetros de su lugar de origen, el pino carrasco ha encontrado un glamuroso y cinematográfico lugar para asentarse: actualmente es bastante frecuente en las colinas de Hollywood, en California.
El pino carrasco también tiene un hueco en el mundo gastronómico. Su resina se emplea para aromatizar un conocido vino blanco griego, la ‘retsina’. Por otra parte, los piñones se utilizan mucho en repostería. Ejemplo de ello es el tradicional postre tunecino asidet zgougou, que se prepara mezclando piñones con crema y otros ingredientes (almendras y dulces pequeños).
Cuando llega el periodo de la polinización, el pino carrasco libera una gran masa amarillenta de polen que deja a merced de las corrientes de aire. A veces pueden verse auténticas ‛nubes’ de polen que, si coinciden con las precipitaciones, dan lugar a las conocidas ‛lluvias de azufre‛.
Este pino es propenso a albergar en su follaje nidos de orugas procesionarias. Sus pelos urticantes, dispersados por el viento, pueden caer sobre las personas que pasan bajo los árboles y provocar picazón, edemas y alteraciones oculares y respiratorias.
Pinus era el nombre latino de los pinos, que se asignaba principalmente al piñonero y a su madera; halepensis alude a la ciudad siria de Alepo, donde es abundante.