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Celtis australis

Almez

Almez, latonero, lodón (cast.); lledoner, lledó (cat.); almeza (eusk.); lodoeiro (gall.); lódão-bastardo (port.); European nettle tree, Mediterranean hackberry, lote tree, honeyberry (ing.).

No autóctona

¿SABÍAS QUE…? Se ha sugerido que el árbol del loto de la mitología griega era, en realidad, el almez. Según la leyenda, la tripulación de Ulises olvidó su patria tras comer sus frutos.

DESCRIPCIÓN

Este árbol esbelto es un pariente de los olmos que puede alcanzar los 30 m en su hábitat natural, si bien en Canarias no suele sobrepasar los 10-12 m de altura. Tiene un tronco uniforme que semeja la pata de un elefante por su corteza gris, delgada y lisa. Las ramillas son algo tomentosas. Sus hojas son caducas, simples, alternas, ovalado-lanceoladas, redondeadas y asimétricas en la base, de margen serrado, aterciopeladas al tacto y terminadas en punta alargada (acuminadas). Las flores son hermafroditas, salen en primavera y resultan poco llamativas (no tienen pétalos y son verduzcas), como en otras ulmáceas. El fruto maduro es carnoso, negro azulado, del tamaño de un guisante, con un hueso grande y a menudo permanece después de la caída de las hojas.

ECOLOGÍA

En su forma asilvestrada el almez crece aquí y allá, llegando ocasionalmente a formar algún bosquecillo, como ocurre en el Barranco de la Virgen (Gran Canaria), donde está establecido en pleno bosque de laurisilva. Suele desarrollarse bastante bien en barranquillos húmedos, junto a cursos de agua. Es un árbol resistente a la sequía y que tolera todo tipo de sustratos, aunque prefiere suelos frescos, sueltos y profundos.

DISTRIBUCIÓN

Habita en el sur de Europa, oeste de Asia y norte de África. Introducido desde la región mediterránea, en Canarias se considera que se ha extendido mediante chupones. Actualmente está asilvestrado en las islas de La Gomera y Gran Canaria.

MÁS INFORMACIÓN

El almez es un árbol muy longevo: hay ejemplares de más de 600 años. En el sureste peninsular se han encontrado restos de sus semillas en yacimientos del segundo milenio antes de nuestra era.

Es un árbol muy usado como ornamental —en la Roma clásica ya era utilizado para tal fin— por su porte esbelto y densa copa de color verde intenso. También es muy adecuado para generar sombra en ámbitos urbanos por su tolerancia a la contaminación.

Entre los campesinos catalanes era tradición plantar un almez cuando nacía el heredero de la familia.

Antiguamente se cultivaba para la explotación de su madera, flexible y fácilmente torneable. Se utilizaba especialmente para la confección de horcas, cayados y bastones de calidad. También se ha empleado en la fabricación de toneles, carretas y remos. Genera buena leña y produce un carbón vegetal de primera calidad.

De su raíz y corteza se puede obtener una esencia usada como colorante amarillo para tintar la seda.

Los frutos son comestibles y sirven —al igual que las hojas— para alimentar al ganado. En el pasado, debido a su pulpa con sabor a miel, eran utilizados como golosinas o para preparar mermeladas. Sin embargo, el consumo de frutos que aún no han madurado del todo produce estreñimiento. También se fabricaba vino dulce con ellos o una especie de licor, tras macerarlos en anís dulce o seco.

La infusión de los frutos verdes y hojas ha sido empleada tradicionalmente contra la disentería y como regulador del flujo menstrual.

Los huesecillos del almez formaban parte de los juegos infantiles como proyectiles lanzados con canutos de caña.

Celtis es el nombre latino que los romanos daban al almez, al que también denominaban lotus, origen de algunos nombres vulgares de este árbol; australis alude a su distribución austral en Europa.