El pinar es una formación forestal dominada por el pino canario (Pinus canariensis) y, por lo general, con un sotobosque más bien pobre. Se extiende por encima de los 1300-1500 m de altitud en la fachada norte de las islas, o de los 500-600 m en la vertiente sur, bajo la influencia de los vientos secos (pobres en humedad), y llega hasta los 2000-2300 m. Los bosques de pino canario dan lugar a las manchas forestales más extensas del archipiélago: en las islas más montañosas (Tenerife, La Palma, Gran Canaria) forman una corona alrededor de las cumbres y tienen una presencia significativa en El Hierro; sin embargo, en La Gomera, el pinar aparece de forma ocasional. Esta formación tiene una gran adaptabilidad a condiciones adversas (suelos ácidos, muy erosionados o pedregosos, etc.) y crece en zonas con climas muy diferentes, pues soporta bien las altas y las bajas temperaturas (heladas incluidas), así como las precipitaciones escasas o abundantes. Estas diferencias son tan evidentes que se consideran al menos hasta tres tipos de pinares según las condiciones ambientales. Uno de ellos es el pinar húmedo, que se sitúa bajo la influencia de los alisios en las fachadas norte y noreste de las islas, por encima del Monteverde; se trata de un bosque muy desarrollado, de elevada espesura y con abundancia de viejos pinos. El pinar seco es más abierto que el húmedo y ocupa la mayor superficie arbolada del archipiélago, ya que se sitúa en la vertiente sur por encima de los bosques termófilos. La importante regresión del bosque termófilo en el sur es, posiblemente, la causa de que este pinar arranque desde cotas más bajas de las que potencialmente le corresponderían. Por último, el pinar de cumbres se localiza en las cotas más altas, por encima de los 1800 de altitud, y por tanto está expuesto a grandes insolaciones y fuertes vientos. Este pinar enriquece su composición florística con especies del piso de alta montaña (supracanario) como el cedro (Juniperus cedrus) y el escobón (Chamaecytisus proliferus).