Arce común, moscón, arce menor (cast.); auró blanc (cat.); azcarro, astigar arrunt (eusk.); alguergue (gall.); bordo-comúm (port.); field maple, hedge maple, common maple (ing.).
La madera de los arces es ligera y en general buena para pequeños trabajos de ebanistería o marquetería, especialmente por su coloración. Es de un tono amarillento o rojizo, a veces veteada de pardo en los individuos añosos, y con ella se elaboran pequeños objetos como mangos de herramientas, cubiertos, pipas de fumar, aperos o algunos instrumentos musicales de viento. Además, la leña es muy buen combustible.
Debido a su escasez en Canarias, el arce común ha tenido poca incidencia en los usos y costumbres locales. Probablemente las hojas, brotes y ramas tiernas de este árbol fueron utilizados como forraje complementario para el ganado.
Esta especie es poco frecuente en la jardinería canaria. Sin embargo, en otras zonas el arce común ha sido muy plantado en parques y jardines como seto —pues aguanta bien las podas—, o bien como árbol de sombra debido su denso follaje. Además, la vistosa coloración otoñal de sus hojas —se vuelven de un atractivo amarillo dorado antes de caer— le otorga un gran valor ornamental.
Como la mayoría de los arces, su savia es rica en azúcares, aunque en este caso no se aprovecha comercialmente porque no es de tan buena calidad como la del arce de azúcar (Acer saccharum) y el arce negro (Acer nigrum), que es la principal fuente del sirope de arce, tan popular en Canadá y el norte de EEUU.
Precisamente en Canadá, la hoja de arce es un emblema nacional e incluso está representada en su bandera como símbolo de la naturaleza, la tierra y el pueblo canadiense.
Acer era el nombre romano de los arces; campestre quiere decir ‘de los campos’, por ser una planta muy común en Europa.