Erica arborea

El brezo se considera una de las especies vegetales más multifuncionales dentro de la vida rural del archipiélago. Se ha utilizado para confeccionar diversos utensilios, tanto agrícolas como domésticos.

Entre sus usos tradicionales destaca la fabricación de escobas, debido a su denso y fino ramaje. Las ramillas tiernas se utilizaban como forraje y cama para el ganado. En las medianías (zonas que se sitúan entre 600 y 1500 m de altitud), sobre todo de La Palma y Tenerife, los agricultores confeccionaban con brezo empalizadas y cubiertas para frenar el embate de los vientos alisios en sus propiedades. Las ramas eran también muy buenas para tallar horquetas, rastrillos, cayados y varas para los pastores.

Su madera es roja como el carmín, dura y densa, y fue muy solicitada por ebanistas y torneros para confeccionar pequeñas tallas. Igualmente, las raíces del brezo son muy buscadas, debido a que sus cepas tienen un veteado que proporciona bellas figuras y arabescos. Estas se solían extraer para tallar las mejores cachimbas o pipas de fumar. Asimismo, estas cepas son utilizadas para hacer los salpicaderos y pomos de las palancas de cambio de los coches Ferrari.

Su leña es un excelente combustible y una de las mejores para fabricar carbón vegetal. En el siglo XVI, su uso fue habitual en los ingenios azucareros y también en los hogares y las fraguas. En La Gomera se empleó para la cocción del guarapo —jugo dulce extraído de la palmera canaria— y en la elaboración de la miel de palma.

En primavera, este árbol se vuelve blanco debido a su abundante floración, que es empleada en adornos florales o coronas. Durante la festividad del Corpus Christi, especialmente en La Orotava y La Laguna, existe la tradición de enramar y embellecer con originales alfombras los suelos de calles y plazas por las que procesiona el Santísimo Sacramento. En la confección de estas alfombras efímeras suele utilizarse brezo tostado (aresta) que da el color negro, brezo natural finamente picado para el tono verde, marmolinas que se tiñen para obtener diferentes gamas de colores, flores, o incluso arenas multicolores que se traen del Parque Nacional del Teide.

En medicina tradicional, este arbolillo se emplea como diurético y antiséptico en inflamaciones e infecciones de las vías urinarias. Como comenta el maestro y naturalista-etnólogo de vocación José Jaén, es una de las plantas amigas de los riñones, en especial sus flores. Para aliviar los efectos de las picaduras de insectos se recomendaba la aplicación de un emplasto de hojas majadas de brezo sobre la piel afectada. También se sugería la infusión de brezo, junto a otras plantas (tallos de cola de caballo, estilos de maíz, arrayán u otras), para tratar las cistitis o las infecciones urinarias. La miel de brezo, muy apreciada por su sabor intenso y aromas resinosos, ha sido empleada contra el reúma y la gota.

Es una planta de uso ornamental que suele verse en jardines de zonas húmedas. Además ha tenido un importante papel en la recuperación y reforestación de las laderas erosionadas del monteverde. Ofrece mucha resistencia a la sequía y tiene una gran capacidad para rebrotar de cepa y raíz tras ser cortada o tras el paso de un incendio. Asimismo, la conocida ‘tierra de brezo’ es un sustrato muy nutritivo para el cultivo de plantas de jardinería que se va formando durante años bajo el suelo de los brezales umbrosos. Ahora bien, por su naturaleza invasora, ha sido declarada como «una mala hierba agresiva» en Nueva Zelanda, donde ha sido introducida.

Erica deriva del griego erikein-ereiké, que significa romper, ya que una vez secas sus ramas se tronchan y sus hojas se desprenden fácilmente. Su nombre latino aludía a todas las especies de brezo conocidas, incluso a la brecina (Calluna vulgaris). El epíteto específico arborea alude al porte que puede alcanzar.