Listado de especies

Volver al listado

Ficus carica

Higuera

Higuera, brevera (cast.); figuera (cat.); pikotze (eusk.); figueira (gall.); figueira (port.); common fig, fig (ing.).

No autóctona

«Los higos eran la golosina de los antiguos canarios, y prueba de ello es que los dientes cariados eran muy comunes entre ellos».

Jacob Morales Mateos, arqueobotánico grancanario

DESCRIPCIÓN

Se trata de un arbusto o árbol pequeño que rara vez sobrepasa los 5 o 6 m. Su tronco es gris ceniza y liso, como la pata de un elefante, pero a menudo se presenta tortuoso. Las hojas son grandes, simples, alternas, caducas, ásperas al tacto y palmeadas con 3-5 lóbulos, normalmente irregulares, lo que las hace asimétricas. El contorno de los lóbulos puede ser liso o dentado. Además tienen un látex blanco lechoso que se observa muy bien al tronchar el rabillo de la hoja. La floración y fructificación se produce en el verano. Existen ejemplares cuyas flores masculinas no son funcionales, y por tanto actúan como hembras con gran producción de fruto; otros de flores femeninas no funcionales y que actúan como individuos machos que no producen higos; los hay que producen higos sin polinización (de forma asexual), y todas las situaciones intermedias. Por otro lado, el fruto de la higuera, llamado higo o breva, no procede de una flor, sino de un gran número de florecillas simples y contiguas que se ocultan en un receptáculo con forma de copa profunda. Este fruto suele medir hasta 8 cm de longitud, es globoso o piriforme, de color verde hasta lila, y es de pulpa carnosa y dulce.

ECOLOGÍA

Especie indiferente al sustrato, aunque prefiere los suelos secos, profundos y soleados, siempre que no le falte humedad en el subsuelo. La higuera es un habitual del paisaje insular, y puede localizarse desde el nivel del mar hasta altitudes superiores a los 1000 m.

DISTRIBUCIÓN

Debido a su extensión como planta de cultivo desde antiguo, no se conoce su origen exacto, aunque parece proceder de la cuenca mediterránea. Actualmente se distribuye por el sur de Europa, norte de África y el centro occidental asiático, con numerosas variedades y razas de cultivo. En Canarias fue cultivada para el aprovechamiento de sus frutos y actualmente se encuentra asilvestrada en todas las islas del archipiélago.

MÁS INFORMACIÓN

Seguramente fue uno de los primeros árboles frutales cultivados y es muy popular en la tradición histórica. En la mitología griega, la higuera es el árbol de Dionisio, dios de la fecundidad, y sus frutos eran el alimento preferido de los atletas de la Grecia Clásica para recuperar fuerzas. Testimonio de la antigüedad de su cultivo es una pintura egipcia sobre la recolección de higos de más de 4500 años. Cuenta la leyenda que tal era la predilección de Cleopatra por estos frutos que el áspid que debía matarla fue ocultado, a petición suya, dentro de un canastillo de higos.

La higuera también aparece en el Antiguo Testamento como símbolo de abundancia de la Tierra Prometida. En el Génesis se menciona cómo Adán y Eva se cubrieron con hojas de higuera al darse cuenta de su desnudez. Otro relato bíblico recoge el poder curativo de este árbol, que hizo salvar la vida al rey Ezequías, del reino de Judá, siguiendo el consejo del profeta Isaías: «Preparad una masa de higos y ponedla sobre la llaga».

Desde el inicio de la historia de Canarias, la higuera es un frutal esencial en la vida cotidiana de los antiguos aborígenes, como atestiguan los restos hallados en numerosos yacimientos arqueológicos o incluso dentro de sus piezas dentales.

A pesar del dicho popular «La sombra de la higuera, mata a cualquiera», el apego en Canarias por este árbol perdura en el tiempo. Reflejo de ello es su amplia distribución por toda su geografía y la presencia de al menos 35 variedades, uno de los mayores índices de diversidad en España.

Los higos estaban muy presentes en la dieta de los isleños por ser un alimento muy energético, nutritivo y accesible, especialmente en épocas de penurias. Así lo recuerda el clérigo, escritor y naturalista canario José de Viera y Clavijo: «Los higos son un buen alimento para sanos, enfermos y especialmente para pobres. En 1785 se sustentó casi todo el vecindario de la isla de El Hierro... ».

Comer higos alivia el estreñimiento y actúa como un suave laxante por su alto contenido de fibra. En ciertas zonas del territorio insular, el botánico alemán Günther Kunkel da cuenta de la utilización de los frutos secos y molidos como sustituto del café.

Algunas higueras cultivadas producen dos cosechas, la primera de brevas, higos tempranos o sanjuaneros, de mayor tamaño, y la segunda, más tardía, de higos. La producción de brevas es muy limitada pero esporádicamente puede ser abundante, tal y como recoge el refrán popular «Año de brevas nunca lo vieras, y si lo vieras, válete de ellas».

Su madera es de mala calidad. Así lo recuerdan algunos dichos populares: «Tronco de higuera, mala madera»; «De leña de higuera, mala hoguera»; «Leña de higuera, córtela mi hijo y quémela mi nuera». En cambio, las ramas tiernas y las hojas han sido empleadas como forraje para el ganado. Otro uso de las hojas es la obtención de tinte negro para el cabello o de un colorante beige intenso para teñir lanas u otros tejidos. Las hojas verdes eran muy buenas para acolchar verduras y frutas en cajas. Incluso, una vez secas, se fumaban cuando no había picadura de tabaco. En cuanto al látex que emana al cortar hojas o frutos, es un eficaz remedio natural contra los callos y verrugas. Su aplicación sobre una picadura de abeja o avispa, previa extracción del aguijón, alivia el dolor.

Ficus es el nombre que los romanos daban a la higuera cultivada; carica alude a una región de Asia Menor denominada Caria, de donde eran famosos sus higos.