Ilex canariensis

Árbol generalmente de porte mediano (5-10 m) que en ocasiones puede llegar hasta los 20 m de altura. Tiene una copa muy ramificada y oscura, un tronco hasta de 50 cm de diámetro y una corteza lisa o algo escamosa de color gris claro. Habitualmente produce brotes en la base (chupones). Las hojas son persistentes, simples, alternas, coriáceas, lampiñas, de 5-9 cm de longitud y 2,5-4 cm de anchura y de un color verde intenso y brillante que se vuelve algo más pálido por el envés. Tienen un rabillo corto (de 1 cm) y, en muchos casos, pequeñas espinitas en su borde cuando son jóvenes, por lo que puede confundirse con el naranjero salvaje (Ilex perado). Sin embargo, las hojas adultas del acebiño casi siempre son enteras y terminan en un ápice más o menos redondeado —a diferencia de las del naranjero salvaje, que acaban en punta—. Ilex canariensis presenta las flores masculinas y femeninas en ejemplares distintos, por lo que es una especie dioica. Todas las flores tienen 5 pétalos blancos ligeramente unidos por la base y brotan solitarias o agrupadas en pequeños racimos junto al rabillo de las hojas. Los frutos se forman al final de la primavera y son carnosos (bayas), de alrededor de 1 cm de diámetro y color rojo intenso en la madurez, si bien se tornan negros con el tiempo. Cada fruto contiene 4-6 semillas.

La madera de este árbol se ha usado como leña y para confeccionar muchos de los utensilios de la vida cotidiana canaria, levantar vallados y construir canales y ‘esteos’ para su sostén. Con ella también se han fabricado algunas partes de los lagares, cajas para la exportación de azúcar —industria que en épocas pasadas fue muy importante en la economía canaria—, aperos de labranza, abrevaderos para el ganado y cambas o espinas de ruedas de carretas. Además, con sus ramas se confeccionaban los cayados y varas que los ‛guaneros’ o pastores usaban para conducir el ganado, así como los garrotes o lanzas (también denominados latas, astias o astas) con los que se desplazaban por los riscos —actualmente se practica el ‛salto del pastor’ como una reminiscencia de este uso tradicional—. A veces las varas esgrimidas en el ancestral ‛Juego del Palo’ eran de madera de acebiño.

La corteza tiene propiedades cicatrizantes y en el pasado se utilizaba para teñir, aunque parece ser que los resultados no siempre eran tan buenos como se deseaba, ya que, con el paso del tiempo, los tejidos sufrían cierta decoloración.

Varias especies de aves (Turdus merula, Erithacus rebecula y Columba spp.) consumen ávidamente los frutos del acebiño, lo cual facilita la dispersión de las semillas a través de sus excrementos. Sin embargo, parece ser que las ratas (Rattus rattus) depredan las semillas recién dispersadas.

Ilex era el nombre latino de la encina (Quercus ilex) y de la coscoja (Quercus coccifera), que fue asignado al acebo (Ilex aquifolium) por el parecido de sus hojas; el epíteto canariensis hace referencia a su lugar de origen, las Islas Canarias.