Magnolia, magnolio blanco (cast.); magnòlia (cat.); magnolia lorandia (eusk.); magnólia (port.); Southern magnolia, bull bay, great laurel-leaved magnolia, large-flowered magnolia (ing.).
Según algunos estudios de fósiles, la aparición del magnolio blanco en la Tierra se remonta a algo más de 5 millones de años, aunque se han encontrado otras especies fosilizadas del mismo género (Magnolia acuminata) con 20 millones de años de antigüedad.
Este árbol es muy apreciado como ornamental por su elegante porte y por el aroma penetrante de sus llamativas flores. Habitualmente se planta en muchas fincas o jardines con cierta entidad, como el Parque La Granja (Santa Cruz de Tenerife), y de forma aislada, pues requiere mucho espacio para su crecimiento.
La antigua Hacienda de Las Magnolias, situada en Tafira Alta (Gran Canaria), es uno de los escasos testimonios que quedan de la pasión de la familia inglesa Miller por las magnolias y otras flores exóticas. Los ejemplares para esta finca fueron traídos desde la isla de Madeira y alcanzaron fama internacional por las postales de los afamados fotógrafos de la época, Ensell y Charles Nanson.
También en varios parques y jardines de Santa Cruz de Tenerife podemos encontrar magnolios.
La madera, de color claro, es muy apreciada en su lugar de origen en ebanistería y construcción, e incluso para hacer cestos y cajones de embalaje. Sin embargo, su crecimiento relativamente lentohace que no sea muy apta para su explotación a gran escala.
Esta especie se ha utilizado desde tiempo inmemorial como planta medicinal. De ella se han elaborado remedios para los problemas que afectan al aparato digestivo (como los cólicos), el estrés, la ansiedad y las dolencias respiratorias, como la bronquitis o el asma. En México la infusión de flores, corteza y semillas se utiliza particularmente para remediar problemas cardíacos como las arritmias. También se emplea para calmar el dolor de pies.
La esencia aromática de la flor de la magnolia es una fragancia cítrica y fresca que se utiliza en perfumes, cosméticos, jabones, velas o ambientadores. En estados sureños de EEUU, como Misisipi y Luisiana, es tan común que se ha convertido en su flor oficial.
Este árbol es el protagonista de los siguientes versos del poeta cántabro Antonio Casares:
«El magnolio no sabe que lo miro,
O acaso sabe que lo miro y calla,
Sin inmutarse, erguido en la alameda,
Indiferente a cualquier conjetura.
Me paso largo tiempo contemplándolo,
Tratando de adivinar lo que piensa,
¿Alguien sabe lo que piensan los árboles?
¿Alguien puede negarlo o afirmarlo?
Hay seres que hablan sin palabras
Y que no necesitan la escritura,
¿Alguien sabe si sienten o no sienten?
La respuesta, en verdad, no me importa,
Me basta con mirarlo y con dejarme
Invadir por su indolente belleza»
El género está dedicado al médico y botánico francés Pierre Magnol (1638-1715), director del Jardín Botánico de Montpellier. El epíteto específico grandiflorus procede del latín, en clara alusión a sus flores de grandes proporciones.