Faya, haya (cast.); faia, faia-das-ilhas, samouco (port.); firetree, candleberry myrtle, fire bush (ing.).
Es un árbol muy popular por su abundancia y por su aprovechamiento maderero y carbonero. Su madera, no muy dura, compacta y de coloración pardo-amarillenta, fue muy apreciada en tornería y en la confección de pequeños utensilios domésticos y aperos agrícolas —como horcones, horquetas y varas— utilizados para alzar cepas, sostener las plataneras o como tutores de las tomateras. También se empleó en vigas, puertas y ventanas.
En la Gomera se popularizó su uso para la talla de las ‛astias’ o ‛garrotes’, empleados antiguamente por los pastores para defenderse y desplazarse con rapidez por la abrupta orografía canaria —hoy día se utiliza para la práctica del ‛salto del pastor’.
La madera de las raíces, además, era muy valorada para la elaboración de cabos y mangos de útiles rurales.
Con el follaje de esta planta se hacían camas para el ganado y el resto se reutilizaba para la producción de estiércol.
En algunos lugares de Canarias, los frutos se conocen popularmente como ‛creses’, ‛fitos’ o ‛erúes’. Cuando están maduros se pueden comer, pero suelen resultar poco gratos porque dejan la lengua algo áspera. Además, se recomienda tener cuidado al consumirlos ya que son astringentes y dan mucha sed.
Antiguamente formaban parte, de manera ocasional, de la dieta de los aborígenes canarios, mientras que en el Hierro y La Gomera se han aprovechado para hacer gofio. Muchas aves frugívoras presentes en Canarias también dan buena cuenta de ellos. Además, el gavilán (Accipiter nisus subsp. granti) construye sus voluminosos nidos sobre este árbol, y la paloma turqué (Columba bollii), dependiendo de dónde nidifique, emplea para el entramado de sus nidos palitos y ramillas de faya.
En la medicina popular canaria, a la infusión de corteza de faya se atribuyen propiedades anticatarrales y analgésicas, y también se ha empleado como tónico estomacal. El mismo cocimiento de la corteza sirve para teñir tejidos de un bonito color marrón, según comenta la artesana grancanaria Nilia Bañares en su recetario de tintes naturales.
Los ingenieros forestales Luis Ceballos y Francisco Ortuño cuentan en su libro Vegetación y flora forestal de las Canarias occidentales que muchas especies del género son conocidas e incluso célebres por el aprovechamiento que se hace de las exudaciones céreas que recubren sus hojas o frutos, las cuales son utilizadas para la fabricación de bujías. Aunque la especie canaria no participa de estas ventajas, sí se aprecia algo de recubrimiento céreo en la parte externa de los frutos y algunos gránulos resinoso-ceríferos amarillentos sobre sus hojas.
A finales de siglo XIX, los portugueses introdujeron la faya en Hawái, donde se ha convertido en una planta invasora difícil de erradicar, a la que llaman ‛árbol del fuego’ por su colonización de los campos volcánicos de esas islas. Actualmente, la faya está incluida en la lista de las 100 especies exóticas más invasoras y más dañinas del mundo según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).