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Morus alba

Morera, morera blanca

Morera, morera blanca (cast.); morera blanca, morer blanc (cat.); masustabe, marhugatze (eusk.); moreira branca (gall.); amoreira-branca (port.); white mulberry (ing.).

No autóctona

«El Kublai Khan mandaba acuñar monedas de la membrana que hay entre la corteza y el tronco de la morera».

‘Viajes’, Marco Polo

DESCRIPCIÓN

Árbol caducifolio hasta de 18 m de altura, ramoso, de copa ancha y corteza lisa y gris cuando es joven, pero gruesa, muy agrietada y parda o gris al envejecer. Las hojas son caducas, simples, alternas, miden de 3 a 22 cm de longitud y algo menos de anchura, y son muy variables en su forma: ovales, redondeadas o lobuladas, con dos o más lóbulos, pero siempre dentadas en su margen y con rabillos largos y algo pelosos en los que a veces se observa látex al ser tronchados. Son finas, generalmente terminadas en punta, acorazonadas en su base y por lo común lampiñas, de haz brillante y un envés que puede tener algunos pelos entre los nervios. Estas características, junto con un fruto de rabillo largo, que cuando madura es más bien soso y habitualmente blanco, blanco verdoso o rosado —si bien en ocasiones es rojo o negro—, lo diferencian del moral (Morus nigra). Las flores no son muy vistosas y son unisexuales, es decir, masculinas o femeninas. Salen generalmente en distinto pie de planta, pero a veces están separadas sobre el mismo pie. Al fruto lo deberíamos llamar infrutescencia, porque es complejo y cada granito es el verdadero fruto, que se agrupa formando una estructura parecida a una mora de zarza y que botánicamente se conoce con el nombre de sorosis. Sin embargo, pertenece a una familia distinta, porque la zarzamora es una rosácea (gen. Rubus).

ECOLOGÍA

Las moreras son indiferentes al tipo de suelo, aunque se crían mejor en los profundos y fértiles y peor en los muy ácidos. Son tolerantes a la contaminación, la poda severa y los rigores del frío y el calor, siempre que la escasez de agua no sea muy prolongada. Se suelen cultivar en huertas y como ornamentales a lo largo de los paseos; suelen asilvestrarse en las inmediaciones de poblaciones de las medianías (zonas que se sitúan entre 600 y 1500 m de altitud).

DISTRIBUCIÓN

Se cree originaria del centro y este de Asia: China, Corea, Mongolia y norte de la India, aunque es muy difícil saber con exactitud su área de distribución natural, ya que se cultiva desde antiguo y sus semillas son fácilmente transportadas por las aves. En el archipiélago canario solo se considera asilvestrada en Gran Canaria, aunque se cultiva con cierta frecuencia en otras islas.

MÁS INFORMACIÓN

Su principal uso, que explica su extensión por todo el mundo, es la alimentación del gusano de seda (Bombyx mori) con fines comerciales (sericultura). Durante la niñez, muchos de nosotros hemos criado larvas de las mariposas de este gusano con las hojas de la morera por estudio o puro ocio.

En la cuenca mediterránea se introdujo esta especie en el siglo VI, traída por unos monjes a Constantinopla. Dice la leyenda que los frutos llegaron escondidos en unos báculos de bambú, porque los chinos mantenían en secreto el fundamento de su lucrativo negocio con la seda.

La industria de la seda en Canarias, que tuvo sus inicios desde los años inmediatos a la conquista, alcanzó su mayor esplendor y desarrollo a lo largo del siglo XVIII —sobre todo en La Palma y Tenerife y, en menor medida, en La Gomera— y tenían una gran relevancia en la economía insular. Esta seda era tan apreciada que buena parte de la producción se dedicaba a la exportación. En la actualidad solo se conserva viva esta tradición en el municipio palmero de El Paso, que alberga un museo etnográfico dedicado a la seda.

En el archipiélago, esta laboriosa actividad artesanal se ha mantenido hasta nuestros días utilizando las mismas técnicas ancestrales-medievales, únicas en Europa. Obviamente, el desarrollo de este viejo oficio pasa en primer lugar por la cría del gusano, para lo cual fue necesario un extensivo cultivo de moreras. Con frecuencia, estos árboles se cultivaban en los alrededores de los sederos y talleres para disponer lo más cerca posible del alimento necesario para el desarrollo de las larvas. Las hojas sobrantes eran utilizadas también como forraje para el ganado.

Popularmente se dice de la morera que es el árbol más listo por florecer tarde y ser el primero en fructificar. Sus frutos son comestibles pero suelen resultar algo sosos; las moras del moral (Morus nigra) son más sabrosas.

Su madera tiene una tonalidad clara y amarillenta y se considera de buena calidad por aguantar los cambios de humedad sin deformarse. Se usa en tornería, carretería, ebanistería y para confeccionar pequeñas piezas como mangos de herramientas y aperos de labranza. Hay un curioso apunte literario que aparece con la descripción de los instrumentos de una fiesta de los tártaros en la novela Miguel Strogoff, de Julio Verne: «La dutara, especie de mandolina de mango largo de madera de moral, con dos cuerdas de seda retorcida y bien acordadas por cuartas...».

El nombre del género, Morus, deriva del griego moréa, que a su vez deriva del céltico mor, que quiere decir negro, en alusión al color del fruto de algunas variedades. Antiguamente Morus designaba tanto el fruto de la morera negra como el de la zarzamora; el epíteto específico alba significa blanco, por el color habitual del fruto de esta especie, aunque, como hemos dicho, puede adquirir otras tonalidades.