Morera, morera blanca (cast.); morera blanca, morer blanc (cat.); masustabe, marhugatze (eusk.); moreira branca (gall.); amoreira-branca (port.); white mulberry (ing.).
«El Kublai Khan mandaba acuñar monedas de la membrana que hay entre la corteza y el tronco de la morera».
‘Viajes’, Marco PoloSu principal uso, que explica su extensión por todo el mundo, es la alimentación del gusano de seda (Bombyx mori) con fines comerciales (sericultura). Durante la niñez, muchos de nosotros hemos criado larvas de las mariposas de este gusano con las hojas de la morera por estudio o puro ocio.
En la cuenca mediterránea se introdujo esta especie en el siglo VI, traída por unos monjes a Constantinopla. Dice la leyenda que los frutos llegaron escondidos en unos báculos de bambú, porque los chinos mantenían en secreto el fundamento de su lucrativo negocio con la seda.
La industria de la seda en Canarias, que tuvo sus inicios desde los años inmediatos a la conquista, alcanzó su mayor esplendor y desarrollo a lo largo del siglo XVIII —sobre todo en La Palma y Tenerife y, en menor medida, en La Gomera— y tenían una gran relevancia en la economía insular. Esta seda era tan apreciada que buena parte de la producción se dedicaba a la exportación. En la actualidad solo se conserva viva esta tradición en el municipio palmero de El Paso, que alberga un museo etnográfico dedicado a la seda.
En el archipiélago, esta laboriosa actividad artesanal se ha mantenido hasta nuestros días utilizando las mismas técnicas ancestrales-medievales, únicas en Europa. Obviamente, el desarrollo de este viejo oficio pasa en primer lugar por la cría del gusano, para lo cual fue necesario un extensivo cultivo de moreras. Con frecuencia, estos árboles se cultivaban en los alrededores de los sederos y talleres para disponer lo más cerca posible del alimento necesario para el desarrollo de las larvas. Las hojas sobrantes eran utilizadas también como forraje para el ganado.
Popularmente se dice de la morera que es el árbol más listo por florecer tarde y ser el primero en fructificar. Sus frutos son comestibles pero suelen resultar algo sosos; las moras del moral (Morus nigra) son más sabrosas.
Su madera tiene una tonalidad clara y amarillenta y se considera de buena calidad por aguantar los cambios de humedad sin deformarse. Se usa en tornería, carretería, ebanistería y para confeccionar pequeñas piezas como mangos de herramientas y aperos de labranza. Hay un curioso apunte literario que aparece con la descripción de los instrumentos de una fiesta de los tártaros en la novela Miguel Strogoff, de Julio Verne: «La dutara, especie de mandolina de mango largo de madera de moral, con dos cuerdas de seda retorcida y bien acordadas por cuartas...».
El nombre del género, Morus, deriva del griego moréa, que a su vez deriva del céltico mor, que quiere decir negro, en alusión al color del fruto de algunas variedades. Antiguamente Morus designaba tanto el fruto de la morera negra como el de la zarzamora; el epíteto específico alba significa blanco, por el color habitual del fruto de esta especie, aunque, como hemos dicho, puede adquirir otras tonalidades.