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Phoenix dactylifera

Datilera

Datilera, palma, palmera datilera (cast.); fasser, palmer, palmera (cat.); palma, palmondoa (eusk.); palma, palmeira (gall.); tamareira, tamara, palmeira (port.); date palm (ing.).

No autóctona

¿SABÍAS QUE...? El mayor palmeral de Europa está en Elche y ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Alberga más de 200.000 ejemplares y fue plantado por los musulmanes cuando se establecieron en la Península Ibérica.

DESCRIPCIÓN

La palmera datilera puede alcanzar los 30 m, presenta una copa muy abierta y no muy densa (con 20-50 hojas) y tiene un tronco delgado, a menudo con brotes en la base. Estas características la diferencian de la palmera canaria (Phoenix canariensis), de copa cerrada y densa (70-100 hojas) y tronco único y más grueso. Las hojas son persistentes, coriáceas, muy grandes y salen en penacho. A diferencia de las de su congénere, son de color verde azulado o verde grisáceo, más pequeñas (1-6 m de longitud) y erectas. Son pinnadas y, por tanto, a cada lado del grueso eje se disponen numerosos segmentos (pinnas) plegados, rígidos y terminados en punta. Hacia la base, estos segmentos se convierten en espinas muy reducidas. Hay ejemplares macho, que producen el polen, y ejemplares hembra, que tras la fecundación forman los frutos (dátiles), que nacen en racimos en la base de las hojas. Cuando son verdes se asemejan a una bellota sin caperuza, pero al madurar se hacen muy carnosos, pardos y dulces. Tienen un hueso alargado en su interior con un surco longitudinal y, a menudo, con estrías transversales.

ECOLOGÍA

Gracias a sus hondas raíces, la palmera datilera puede alcanzar agua a gran profundidad. Esto la hace resistente a la sequía y la aridez y le permite crecer incluso en suelos salinos. El periodista y escritor canario Alberto Vázquez Figueroa describe esta característica en su novela Los ojos del tuareg: «Las palmeras suelen tener la cabeza en el fuego y los pies en el agua». En las islas, habita fundamentalmente en bosques termófilos y el piso basal, y comparte en ocasiones hábitat con la palmera canaria. Debido a su cultivo en zonas ajardinadas, es habitual encontrar grupos de datileras en las cercanías de asentamientos humanos, sobre todo en las zonas costeras.

DISTRIBUCIÓN

Esta especie habita de forma natural desde el sur de Marruecos y Senegal hasta las costas de Pakistán. Fue introducida en Canarias hace varios siglos, pero como nunca se ha desarrollado en las islas la industria del dátil, su presencia en el archipiélago fue anecdótica hasta hace poco. Sin embargo, en los últimos años ésta ha aumentado exponencialmente debido a su uso como planta ornamental. Actualmente se considera asilvestrada en La Palma, Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote.

MÁS INFORMACIÓN

Las palmeras no son verdaderos árboles —en sentido estrictamente botánico— sino plantas arborescentes, ya que carecen del crecimiento secundario en grosor típico de árboles y arbustos. El tronco casi nunca se ramifica a media altura, si bien puede tener brazos basales y está formado por grupos de tejidos fibrosos que se alargan, pero sin engrosarse. En todo el mundo se conocen más de 200 géneros y cerca de 3.000 especies. En el caso de Phoenix dactylifera hay más de 600 variedades de cultivo, pues esta especie se cultiva desde hace unos 6.000 años (es uno de los primeros frutales domesticados en el Viejo Mundo —junto con la vid, el olivo y la higuera— y el más explotado en todo el norte de África y Oriente Medio).

Aunque en Babilonia se decía que las palmeras tienen tantas virtudes como días tiene el año, su principal uso es la producción de dátiles, un recurso alimenticio insustituible para muchos pueblos de su área de distribución. Por ejemplo, en Iraq —país con mayor producción de dátiles— se cultivan unos 20 millones de datileras. Los ejemplares bien cuidados pueden producir hasta 150 kilos de dátiles al año.

Sin embargo, la amplia presencia de esta palmera en Canarias no se debe a la industria del dátil, más bien anecdótica en el archipiélago. Su gran expansión está ligada fundamentalmente al desmesurado desarrollo urbanístico y turístico de los últimos años, que ha llevado aparejada una proliferación de zonas ajardinadas adornadas con datileras.

Es difícil precisar la fecha de llegada de esta especie a Canarias; tampoco está claro si llegó con los primeros pobladores, con los fenicios o después de la conquista castellana. El ecólogo canario José María Fernández—Palacios y colaboradores consideran «probable que se haya introducido y reintroducido en varias ocasiones por los barcos que visitaron las islas en el pasado, y que sin duda habrían llevado dátiles en sus despensas».

Los dátiles se suelen deshuesar y se comen secos, rellenos con almendras, nueces, naranja y limón, pasta de sésamo o crema de queso. En el mundo árabe se utilizan tanto para platos salados como dulces, así como para elaborar galletas —se les llama kahqa o ka’ak—. En Libia se emplean para hacer rub, una especie de jarabe o miel. Además, durante el Ramadán, al iniciar la cena lo primero que se come es un dátil. Este fruto también se utiliza para alimentar camellos, caballos y perros en el desierto del Sáhara.

La polinización natural de la datilera, como la mayoría de las palmeras, se realiza con la intervención del viento. Al igual que otras plantas domesticadas, la datilera produce habitualmente un polen poco fértil. Así, para mejorar la cosecha se suele recurrir a la polinización artificial o manual. Para ello, desde hace miles de años, los palmeros suben a los pies hembra para sacudir el polen de las inflorescencias recogidas previamente en los ejemplares macho. Varios autores creen que no hay poblaciones realmente naturales de Phoenix dactylifera, sino solo plantaciones y poblaciones cimarronas, que se crearon a partir de ejemplares escapados del cultivo.

A veces los cogollos de estas palmeras son un sitio de descanso y de nidificación para muchas aves canarias, como el búho chico (Asio otus subesp. canariensis), el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), el mosquitero común (Phylloscopus collybita), el verdecillo (Serinus serinus) o el gorrión moruno (Passer hispaniolensis).

Además, las hojas de la datilera son usadas en cestería, como escobas y como ornamento distintivo de triunfo. Esta y otras palmeras han sido cultivadas y reverenciadas por los pueblos del Mediterráneo y del Oriente Próximo; en tiempos del Imperio Romano, se adornaba a los aurigas vencedores en los Juegos con una corona de laurel y una hoja de palma, de ahí la asociación de la palma con la victoria. Así, el dicho popular «llevarse la palma» quiere decir que una persona sobresale o merece un premio por su competencia, mientras que «llevar en palmas o en palmitas» significa complacer a alguien. En la antigüedad judaica también tuvo su protagonismo y era una de los cuatro tipos de primicias que debían ser reunidas para la Fiesta de los Tabernáculos. Por otra parte, en el Evangelio de Juan (Jn 12: 12-19), judíos reciben al Cristo a su llegada a Jerusalén con hojas de palma y hosannas, entrada cuyo carácter triunfal fue señalado por el simbolismo de esta planta. De este evento deriva la fiesta cristiana del Domingo de Ramos previa a la Semana Santa. Ese día, los creyentes portan ramas de olivo o de palma en conmemoración de la mencionada entrada del Cristo en Jerusalén.

Phoenix fue el nombre elegido por Linneo para nombrar a las palmeras comunes. El epíteto específico dactylifera quiere decir ‘portadora de dátiles’.