Pinus radiata

Este pino puede alcanzar los 40 m de altura, pero lo normal es que no sobrepase los 25 m. Generalmente, los ejemplares jóvenes presentan una copa cónica y los adultos, un poco redondeada. La corteza llega a ser bastante gruesa, profundamente agrietada y de color pardo oscuro en los árboles maduros. Las hojas son acículas, miden 7-15 cm de longitud y son algo endebles y puntiagudas. Al igual que en el pino canario, sus acículas nacen en grupos de tres —carácter que lo diferencia del pino resinero (Pinus pinaster) y del carrasco (Pinus halepensis)—. Sus piñas son ovoideo-cónicas, muy asimétricas y de color pardo claro. Miden 7-14 cm de longitud y tienen un rabillo muy corto o incluso carecen del mismo, de manera que aparecen sentadas sobre las ramillas. Suelen colgar en parejas o en grupos de 3 a 5. Las escamas externas de las piñas son abultadas; los piñones son muy pequeños (de 7 mm) y, cuando la piña madura, quedan al descubierto con un ala membranosa (de unos 2 cm de longitud) que facilita su dispersión por el viento.

El pino insigne puede confundirse con el pino canario (Pinus canariensis), dado que también presenta las acículas en grupos de tres, si bien son mucho más largas, de 20-30 cm, y se disponen en haces con el aspecto de un plumero.

Este pino se ha destinado a la obtención de pasta de papel por su rápido crecimiento o para la industria del aglomerado, aunque también se utiliza en la construcción y cada vez más en la fabricación de muebles. Asimismo, se planta como ornamental por el porte y elegancia de los ejemplares juveniles.

Es uno de los pinos con área natural más reducida (unas 6000 hectáreas en la costa californiana). Sin embargo, las repoblaciones artificiales lo han difundido por todo el mundo y convertido en una de las especies forestales más utilizadas. Los pinares isleños no son una excepción y han sido repoblados en varias ocasiones con pino insigne. Estas repoblaciones se iniciaron en los años 40 y se mantuvieron con buen ritmo hasta aproximadamente 1975.

Una de las plagas que más afectan a los pinos, y en particular al pino de Monterrey, es la procesionaria (Thaumetopoea pityocampa). Se trata de una mariposa que en su fase de oruga se alimenta de las hojas de este árbol. Para resguardarse de la intemperie segrega una seda con la que realiza nidos en forma de bolsones sobre las ramillas y acículas. Al final del invierno las orugas abandonan los nidos en procesión, buscan un lugar bajo el suelo para enterrarse y realizar la metamorfosis.

En Canarias, el gavilán (Accipiter nisus subsp. granti) construye voluminosos nidos sobre este árbol. Otra ave vinculada con el pino insigne es el pico picapinos (Dendrocopos major). En la época de nidificación se puede oír a este pájaro carpintero taladrar con su poderoso pico los troncos de estos pinos para alimentarse y hacer orificios donde instalar su nido.

Pinus era el nombre latino de los pinos, que se asignaba principalmente al piñonero y a su madera; radiata significa ‘radial, con rayos’ y alude al aspecto de sus acículas.