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Prunus dulcis

Almendro

Almendro, almendrero (cast.); ametller (cat.); almendrondoa (eusk.); amendoeira (gall.); amendoeira (port.); almond (ing.).

No autóctona

«(...) Árbol precioso que medra con toda prosperidad en todas nuestras Islas, elevándose mucho y decorando con sus flores los primeros anuncios de nuestra temprana primavera».

José de Viera y Clavijo, clérigo, escritor y naturalista canario

DESCRIPCIÓN

De porte arbustivo en algunos casos, este pequeño árbol puede alcanzar los 10 m. El tronco suele ser tortuoso, agrietado y se ennegrece con la edad. Las hojas son caducas, simples, alternas, estrechamente lanceoladas y con el margen finamente serrado o crenado. Miden 4-12 cm de longitud y 1,2-4 cm de anchura y se agrupan a modo de hacecillos en los ápices de las ramas más jóvenes. Las flores, hasta de 3 cm y hermafroditas, brotan en pleno invierno, antes de que salgan las hojas, en grupos numerosos y aromáticos que son muy visitados por insectos. Tienen 5 pétalos de color blanco o rosado. La parte carnosa del fruto es verde y, cuando se seca, se desprende para dejar al descubierto la semilla, que es la almendra.

ECOLOGÍA

Se da en zonas de climas templados y secos, y prefiere los suelos calizos. Tiene una baja exigencia hídrica y soporta bien la sequía, pero aguanta mal las heladas tardías. En Canarias, se ha cultivado preferentemente en las zonas más altas de las islas. Actualmente crece de forma espontánea desde los 600 m de altitud hasta las cumbres, siempre en zonas soleadas y generalmente fuera de la influencia directa de los alisios y del mar de nubes.

DISTRIBUCIÓN

Su área natural se sitúa en el centro y sudoeste de Asia, así como en el norte de África, y su cultivo está muy extendido. Una de las hipótesis más aceptadas es que los fenicios trajeron su uso a España. En Canarias, el almendro fue introducido por los colonizadores europeos después de la conquista castellana, y se encuentra naturalizado en las islas de La Palma, La Gomera, Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura.

MÁS INFORMACIÓN

El almendro se cultiva principalmente por su semilla, de la que existen numerosas variedades. España es el segundo productor mundial, después de EEUU. Desde hace siglos, este árbol ha formado parte del paisaje y la cultura de las medianías (zonas que se sitúan entre 600 y 1500 m de altitud) y cumbres de parte del archipiélago canario, como sucede en el centro de Gran Canaria, las zonas altas del oeste de Tenerife o Punta Gorda, en La Palma.

Históricamente, el almendro se ha considerado como un cultivo agrícola complementario que no debía ocupar el espacio reservado a otros preferentes, como las papas, el millo o las hortalizas. Por eso su presencia es particularmente notable en las zonas más desfavorecidas, donde ocupa terrenos marginales y de difícil acceso.

Hay una gran variedad de almendreros que se diferencian por el sabor de las almendras, su color, su tamaño y la facilidad al partirlas. El escritor canario José de Viera y Clavijo comenta: «Hay almendras dulces y amargas, y de las dulces, unas son mollares por lo tierno de su cáscara; y otras más recias y duras de partir. Las amargas ocasionan en las aves y otros animales mortales convulsiones».

Antiguamente la recolección se hacía a mano o vareando el árbol para que cayesen las almendras. Después se descascarillaban y majaban para extraer el fruto, una actividad que a menudo se realizaba en las noches veraniegas e iba acompañada de tertulias o reuniones familiares.

Las almendras se consumen crudas, tostadas, saladas o ahumadas, pero también como complemento de guisos y ensaladas y en repostería para elaborar tartas, turrones, polvorones, mazapanes y un sinfín de dulces. Los canarios disfrutan de numerosos postres tradicionales en los que la almendra es el producto estrella: mazapán de Tejeda (Gran Canaria), bienmesabe (originario de La Palma), garapiñada, frangollo (postre a base de millo y almendras, principalmente de Tenerife), queso de almendra (pastel hecho con huevos y almendras de La Palma), etc. Para gustos más salados, el ‛mojo rojo’, también preparado con almendras, es un buen compañero de las ‛papas arrugadas’.

Las almendras dulces son muy nutritivas y poseen una enzima —la emulsina o sinaptasa— que favorece la digestión. También aumentan la secreción de leche materna y favorecen la expulsión de lombrices intestinales. Asimismo, machacadas en agua dan lugar a una emulsión que se recomienda como sustituto de la leche de vaca y en tratamientos de problemas cardiovasculares y diabetes. Además, de las almendras se extrae un aceite muy apreciado en cosmética.

La madera de este árbol es rojiza, muy dura y no se agrieta con facilidad, por lo que es apreciada en ebanistería. Además, los carboneros isleños utilizaban principalmente los restos de poda para obtener leña y carbón de gran calidad. Antiguamente, la cubierta verde del fruto se utilizaba como forraje, mientras que la cáscara dura era aprovechada como combustible. En la actualidad, algunos quesos son ahumados a partir de la combustión de cáscaras de almendra.

La floración del almendro, más temprana que la de otros árboles, puede ser un auténtico espectáculo. De ahí que durante el mes de febrero se celebre la ‛Fiesta del Almendro en Flor’ en varias localidades de Gran Canaria (Tejeda, Tunte y Valsequillo) y La Palma (Puntagorda).

En el ámbito literario, el novelista José Luis Sampedro realiza una descripción de este fenómeno en Octubre, octubre: «Se incendió aquel encaje de ramas. El almendro floreció de golpe. Me quedé sin razón, por mirar atónito, ante aquel fuego blanco de infinitos pétalos. Ardiente por su vibración. En eso consistía el milagro: en que, al estallar en flor, el almendro vibraba rapidísimo como un diapasón callado, obligado a ondular el universo».

También Juan Ramón Jiménez se hace eco en Cuesta arriba: «¡Inmenso almendro en flor, blanca la copa en el silencio pleno de la Luna, el tronco negro en la quietud total de la sombra; cómo, subiendo por la roca agria a ti, me parece que hundes tu troncón en las entrañas de mi carne, que estrellas con mi alma todo el cielo!».

Prunus era el nombre romano del ciruelo y el que se dio después a las especies de fruto semejante con un hueso; dulcis indica el sabor dulce de las almendras, si bien las hay amargas. Otros nombres científicos con los que se conocía al almendro y que actualmente no se consideran válidos son Amygdalus communis L. y Prunus amygdalus Batsch. Amygdalus es de origen griego y significa ‘árbol hermoso’; de ahí derivan las palabras ‘almendra’ y ‘almendro’.