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Quercus robur

Roble común, roble albar

Roble común, roble albar, carballo (cast.); roure pènol (cat.); aritza (eusk.); carballo (gall.); carvalho-comum (port.); English oak, pedunculate oak, French oak (ing.).

No autóctona

«El roble es la guerra, el roble / dice el valor y el coraje, / rabia inmoble / en su torcido ramaje; / y es más rudo / que la encina, más nervudo, / más altivo y más señor».

‘Las encinas’, Antonio Machado

DESCRIPCIÓN

Árbol robusto y de porte majestuoso que puede sobrepasar los 40 m de altura, con tronco recto y copa amplia y regular. Su corteza de color pardo grisáceo es lisa hasta aproximadamente los 20 años, y después agrietada y gruesa. Las hojas miden 5-18 cm de longitud y 2-10 cm de anchura y son caducas, espatuladas u oblongas, se ensanchan por lo general hacia su tercio superior y tienen pequeñas orejuelas en la base. El margen es lobulado y el rabillo diminuto, de 2-7 mm de longitud. Las flores nacen en primavera; las masculinas en largos y llamativos pedúnculos colgantes (amentos) de color verde amarillo, y las femeninas, que están rodeadas por escamas pardo rojizas, en grupitos de 2 o 3 o solitarias en el mismo pie de planta. Otro nombre común de este árbol es ‘roble pedunculado’, en referencia al rabillo largo de sus bellotas —no al de sus hojas—. Estos frutos maduran al final del verano y, al caer en otoño, se separan de su caperuza (o cascabillo), que es blanquecina.

ECOLOGÍA

Esta especie prefiere suelos ácidos, frescos y bien desarrollados, aunque no desdeña los compactados con cierto encharcamiento temporal. De forma natural, generalmente crece formando bosquetes o extensos bosques en zonas de clima templado y sin sequías estivales prolongadas. Requiere bastante luz, sobre todo en las primeras fases de su crecimiento. En algunas zonas del archipiélago, el roble ha sido cultivado como especie ornamental e incluso trasladado a otras áreas por los agricultores, que lo apreciaban como árbol forrajero; de aquí que parezca haberse naturalizado en Canarias. Está muy vinculado a las medianías (zonas que se sitúan entre 600 y 1500 m de altitud sobre el nivel del mar), aunque también puede aparecer en franjas elevadas formando pequeños bosquetes.

DISTRIBUCIÓN

Se halla por toda Europa y la región caucásica. En Canarias fue introducido principalmente con fines ornamentales y actualmente se considera asilvestrado en Tenerife y Gran Canaria.

MÁS INFORMACIÓN

El archipiélago canario ha tenido desde tiempos pretéritos una considerable actividad pesquera y, en consecuencia, un importante desarrollo de los talleres dedicados a la construcción naval. Por su resistencia a la humedad, la madera de roble fue tradicionalmente la materia prima más utilizada para la elaboración de muchos de los elementos de las embarcaciones.

Además, el roble proporciona una madera muy apreciada en carpintería y ebanistería. Su color pardo leonado, su dureza y pulcro pulimento confieren una gran belleza a los muebles, contrachapados y entarimados confeccionados con ella. También es habitual su utilización en duelas de toneles y barricas, que proporcionan un aroma y sabor característicos a los vinos, güisquis y coñacs que se crían y envejecen en ellos. No obstante, para estos fines es más utilizado el roble americano (Quercus rubra).

La leña del roble albar origina un carbón vegetal de excelente calidad y alto poder calorífico. También muchos remedios caseros elaborados en Canarias tienen como protagonista a esta especie. La tinta de sus bellotas se utilizaba para tratar quemaduras, y la infusión de la corteza contra la pesadez de estómago y para fortalecer los dientes. Los botánicos Pedro L. Pérez de Paz e Inmaculada Medina recogen el uso de la corteza con fines astringentes y antidisentéricos. Además, sus bellotas, hojas y brotes tiernos han sido considerados un buen forraje para el ganado, y su corteza y agallas se han empleado como curtientes.

La miel de roble es peculiar por ser muy oscura, casi negra, y tener un sabor fuerte y amaderado, a veces con un ligero sabor a regaliz y menta.

Este árbol está considerado símbolo de fortaleza y majestad; no en vano Fernando de Rojas, en La Celestina, dijo: «Un solo golpe no derriba un roble…».

El célebre árbol de Guernica (Vizcaya) era un centenario roble, Aretx Zaharra, debajo del cual los reyes de Castilla juraban tradicionalmente los fueros vascos y se celebraban asambleas. El poeta y dramaturgo madrileño Tirso de Molina dijo que este árbol nunca había dado cobijo a traidores ni confesos.

Tanto quercus como robur eran los nombres romanos de los robles en general y de su dura madera; robur también hacía alusión a la fortaleza y perseverancia de ánimo. De ahí viene la conocida expresión ‘fuerte como un roble’. El origen del vocablo quercus es celta y significa ‘árbol hermoso’.