Roble común, roble albar, carballo (cast.); roure pènol (cat.); aritza (eusk.); carballo (gall.); carvalho-comum (port.); English oak, pedunculate oak, French oak (ing.).
«El roble es la guerra, el roble / dice el valor y el coraje, / rabia inmoble / en su torcido ramaje; / y es más rudo / que la encina, más nervudo, / más altivo y más señor».
‘Las encinas’, Antonio MachadoEl archipiélago canario ha tenido desde tiempos pretéritos una considerable actividad pesquera y, en consecuencia, un importante desarrollo de los talleres dedicados a la construcción naval. Por su resistencia a la humedad, la madera de roble fue tradicionalmente la materia prima más utilizada para la elaboración de muchos de los elementos de las embarcaciones.
Además, el roble proporciona una madera muy apreciada en carpintería y ebanistería. Su color pardo leonado, su dureza y pulcro pulimento confieren una gran belleza a los muebles, contrachapados y entarimados confeccionados con ella. También es habitual su utilización en duelas de toneles y barricas, que proporcionan un aroma y sabor característicos a los vinos, güisquis y coñacs que se crían y envejecen en ellos. No obstante, para estos fines es más utilizado el roble americano (Quercus rubra).
La leña del roble albar origina un carbón vegetal de excelente calidad y alto poder calorífico. También muchos remedios caseros elaborados en Canarias tienen como protagonista a esta especie. La tinta de sus bellotas se utilizaba para tratar quemaduras, y la infusión de la corteza contra la pesadez de estómago y para fortalecer los dientes. Los botánicos Pedro L. Pérez de Paz e Inmaculada Medina recogen el uso de la corteza con fines astringentes y antidisentéricos. Además, sus bellotas, hojas y brotes tiernos han sido considerados un buen forraje para el ganado, y su corteza y agallas se han empleado como curtientes.
La miel de roble es peculiar por ser muy oscura, casi negra, y tener un sabor fuerte y amaderado, a veces con un ligero sabor a regaliz y menta.
Este árbol está considerado símbolo de fortaleza y majestad; no en vano Fernando de Rojas, en La Celestina, dijo: «Un solo golpe no derriba un roble…».
El célebre árbol de Guernica (Vizcaya) era un centenario roble, Aretx Zaharra, debajo del cual los reyes de Castilla juraban tradicionalmente los fueros vascos y se celebraban asambleas. El poeta y dramaturgo madrileño Tirso de Molina dijo que este árbol nunca había dado cobijo a traidores ni confesos.
Tanto quercus como robur eran los nombres romanos de los robles en general y de su dura madera; robur también hacía alusión a la fortaleza y perseverancia de ánimo. De ahí viene la conocida expresión ‘fuerte como un roble’. El origen del vocablo quercus es celta y significa ‘árbol hermoso’.