Mimbrera, sauce (cast.); vimetera (cat.); zume hauskorra (eusk.); salgueira (gall.); salgueiro-frágil (port.); crack willow, brittle willow (ing.).
«Yo de la oscura eternidad dormía / el dulce sueño, la cansada frente / reclinando en un sauce que crecía / solitario en la orilla del torrente».
La corona de oro, Gustavo Adolfo BécquerLas virtudes medicinales de los sauces son bien conocidas desde tiempos de Dioscórides (siglo I). Como ocurre con el sauce blanco (Salix alba) y otras especies de este género, la corteza de la mimbrera contiene salicina —principio de la popular aspirina—, y por tanto tiene propiedades contra la fiebre y también efectos calmantes sobre los dolores reumáticos y artríticos.
En las islas hay una gran tradición de trabajos de cestería y el mimbre ha sido la materia prima más empleada para este menester, sobre todo en la fabricación de objetos que precisan ser especialmente resistentes. Si la mimbrera se poda convenientemente, se obtienen unas varas largas, rectas y flexibles que son fáciles de manejar para tejer y confeccionar cestas, canastos, balayos, costureros y esportones (de diversos tamaños y clases) e incluso muebles. Además, con sus ramas algunos pastores confeccionaban cayados y varas.
Como su madera y corteza es fácil de trabajar, muy blanda y liviana, era muy apreciada para hacer los aros que daban forma al queso. Asimismo, el clérigo, escritor y naturalista canario José de Viera y Clavijo comenta que sus «cortezas correosas son útiles en la economía rústica y doméstica».
Durante el siglo XVI, era frecuente plantar mimbreras como cercos y setos vivos alrededor de huertos y terrenos de las zonas isleñas más húmedas, lo cual hacía que también se usase como ‛ramón’ o alimento para el ganado.
Por su parte, Arnoldo Álvarez documenta otros usos cotidianos de esta planta en el archipiélago, como la confección de arcos de tonel o barricas (cuando no había aros de hierro disponibles) o la elaboración de forros para garrafas y damajuanas. En relación a este último uso, recoge el siguiente testimonio: «En muchos caseríos es tradicional forrar las botellas y garrafones de cristal con un entramado de caña, mimbre o junco, que las protege de los golpes y el sol».
Durante la tradicional celebración del Ramo, muchos pueblos de La Gomera —sobre todo en el municipio de Valle Gran Rey— conservan la costumbre de confeccionar un armazón con varas de mimbre que es adornado artísticamente con flores, frutas, verduras y dulces. Este ramo, cuyo significado primigenio se asocia a una ofrenda a la tierra, encabeza la procesión en honor al santo o la virgen patrones de cada pueblo.
Otras aplicaciones, más alejadas de la vida cotidiana de las islas, son la fabricación de objetos deportivos, como por ejemplo palos de críquet. Por su resistencia a los golpes y la fricción, se ha empleado también en ortopedia o para construir zapatas de freno.
Salix es el nombre romano de los sauces; fragilis alude a la fragilidad de sus ramillas, que se tronchan fácilmente.