Cedro canario (cast.); Canary Islands juniper (ing.).
Algunos autores consideran que el cedro canario es la forma que adopta el enebro de la miera (Juniperus oxycedrus), con el que tiene ciertas semejanzas, en el archipiélago.
Su aromática madera de veta rojiza fue muy demandada en ebanistería y carpintería, y también para obtener carbón, lo que, entre otras cosas, explica el lento declive que esta especie ha experimentado desde la conquista. Es muy resistente a la putrefacción y destaca en la fabricación de instrumentos musicales; en particular, es muy apreciada para confeccionar mástiles de timple —instrumento de cuerda típico del folclore canario—. También se ha empleado para fabricar muebles y cajas para puros, que mejoraban el tabaco al quedar este impregnado con su aroma.
Estudios arqueológicos realizados en Las Cañadas del Teide (Tenerife) han revelado que ya los guanches aprovechaban este árbol para cubrir sus refugios pastoriles, muchos de los cuales fueron ocupados ininterrumpidamente por pastores hasta mediados del siglo pasado. Además, se han encontrado troncos, grandes astillas y ramas de cedro en cuevas sepulcrales.
El cedro canario tiene propiedades medicinales como antiséptico, antiparasitario y antiinflamatorio. Antiguamente, de su madera y frutos se obtenía una especie de aceite que se utilizaba para expulsar lombrices intestinales y para limpiar y cicatrizar heridas.
Aunque tiene un crecimiento lento, es un árbol muy apreciado como ornamental por su agradable follaje colgante.
Javier Estévez Domínguez, en su libro Gigantes en las Hespérides, reclama unos minutos de atención para admirar un vetusto ejemplar de retorcido tronco conocido entre los pastores que subían a Las Cañadas (Tenerife) como ‛El patriarca del Teide’. Este cedro, de más de dos siglos de antigüedad y casi 5 m de altura, es con seguridad el árbol que crece a la mayor altitud en el archipiélago, a más de 2300 m. En esta cota las condiciones ambientales son tan extremas que muy pocas especies son capaces de sobrevivir.
La dispersión de sus semillas la llevan cabo principalmente lagartos tizones (Gallotia galloti), cuervos (Corvus corax), mirlos (Turdus merula) y otras aves que se alimentan de sus frutos rojizos al final del verano. Tras su paso por el tracto digestivo, son defecadas y quedan listas para germinar.
A día de hoy, el cedro canario solo figura con la categoría de ‘Vulnerable’ en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas.
Juniperus es el nombre que los romanos daban a los enebros y a su madera; el epíteto especifico cedrus deriva del griego kédros, nombre dado a ciertas maderas aromáticas.